Deuda-Ética y Falla Sistémica

11/1/2021 Andrés César

No todo lo que se puede contar cuenta, y no todo lo que cuenta se puede contar.

— Albert Einstein

Parte I

Intuición elemental: la riqueza proviene de la transformación de materia utilizando energía. Nuestra fuente primordial de energía es el sol, responsable de la vida en el planeta tierra. Parte de esta energía se fosilizó a lo largo de millones de años en forma de carbón, petróleo, gas; cuyos descubrimientos han dado lugar al período “ostentoso” de la civilización (que comprende aproximadamente los últimos dos siglos). La supervivencia de la humanidad depende del buen uso de los recursos naturales. Pero únicamente un recurso resulta verdaderamente esencial, y su agotamiento es inversamente proporcional a la intensidad de uso de la energía fosiliza: el agua dulce. Dejaré este tema para un futuro escrito, pues merece toda una investigación-reflexión al respecto.

Parte II

El principal defecto del sistema económico es su sistema monetario porque este fomenta la producción, el consumo y el descarte de bienes y servicios consumibles no esenciales y superfluos (“consumismo”) y promueve la acumulación de riqueza cuasi-permanente (que está destinada a generar más riqueza) mediante una carrera de rally que sobreexplota los recursos naturales (y a los propios seres humanos entre sí) y atenta contra el equilibrio natural de los socio-ecosistemas. Me resulta triste argumentar que el hombre es la especie más peligrosa del planeta tierra. El dinero favorece el intercambio de bienes y servicios e incentiva el esfuerzo de los individuos, que trabajan para producir, intercambiar y acumular. El dinero, entonces, nos vuelve acreedores del tiempo y del trabajo de los demás hombres. Ete aquí lo crucial de la reflexión. El dinero también es funcional a los intereses de quienes monopolizan su emisión: banqueros y gobiernos. El dinero crea dinero fácilmente, parece un truco de magia para principiantes. Un banco fabrica papelitos de colores, se los presta a otro banco que los vuelve a prestar, que a su vez recibe depósitos y realiza nuevos préstamos, y estas iteraciones se repiten ad-infinitum. Esto tiene muy poco que ver con los ciclos elementales de la naturaleza. La oferta monetaria suele aumentar marcadamente en momentos de debilidad o crisis económica. Si ello no ocurre, la economía tiende a empantanarse aún más. La demanda de dinero (y de préstamos) suele acompañar el crecimiento económico, movilizada por el deseo de consumo y/o la decisión de inversión-expansión productiva. En muchas ocasiones, el endeudamiento tiene un trasfondo puramente especulativo (es pariente de la elusión-evasión fiscal y de la corrupción). El sistema monetario ha sido, es y será “el mercado” más decisivo a la hora de comprender la historia de la acumulación de la riqueza cuasi-permanente, del agotamiento de los recursos naturales, de la degradación de los ecosistemas y del sometimiento de los oprimidos del mundo.

Parte III

El mundo de hoy está plagado de distorsiones, mercados disfuncionales, intercambios injustos, dinero creado en demasía, excesos y tantos otros malos hábitos. El dinero es funcional a tales distorsiones porque genera una ruptura en la conciencia colectiva. Sus químicos son capaces de envenenar el corazón del hombre codicioso. El artilugio de la deuda es maquiavélico. Gobernantes, banqueros y principales socios, se han apropiado históricamente mediante decretos (usualmente firmados con sangre, sudor y lágrimas) de un excedente de materia-energía que ellos mismos no generaron, lo cual atenta contra el equilibrio natural del socio-ecosistema.

Parte IV

Frederick Soddy (Premio Nobel de Química en 1921) argumentó que los bancos deberían mantener una reserva del 100% de sus depósitos y únicamente el legítimo dueño del dinero podría prestarlo a quien quisiera. Una especie de democracia directa de la deuda.1 Una idea muy interesante que valdría la pena estudiar en detalle. Lamentablemente hoy sucede exactamente lo contrario. Los bancos pueden prestar prácticamente la totalidad de los depósitos que reciben.2 Por ende, el accionar de los bancos determina (conjuntamente) la oferta monetaria y la intensidad de los procesos de extracción-producción-consumo. La distribución actual de poder económico y político nos aleja del sueño de Soddy. En la época de Frederick, Inglaterra y el resto de las potencias económicas se regían por el patrón oro. Bajo este sistema, el dinero fiduciario tenía un “supuesto respaldo” en oro. Ello no impidió que las monedas sufrieran hiperinflación y se depreciaran enormemente. Sobre todo en épocas de guerra, cuando la energía que debía producir riqueza consumible se destinaba, en lugar de ello, a producir armamentos, a arrebatar vidas y a causar sufrimientos. Es decir, a causar el caos que propicia la dominación del hombre por el hombre y conduce a una mayor concentración de los recursos y de la riqueza. Los periodos de sobreexplotación de recursos naturales, esclavitud y sobreproducción conducían a deflación y a un estancamiento de la economía. La historia no ha cambiado sustancialmente y muchos de estos ciclos aún se repiten. Los descalabros socioeconómicos son grandes y preocupantes. Las deudas actuales, de todos los países del mundo, son un claro ejemplo del beneficio que generan para el poder económico concentrado y del enorme perjuicio que ocasionan para las mayorías. Las deudas de los países neocoloniales son aún más repudiables. Si aplicáramos la teoría de la deuda odiosa, prácticamente la totalidad de la deuda del tercer mundo sería repudiable: no tendría validez jurídica.

Parte V

Ejemplos de desequilibrios naturales y sociales sobran. Tan solo en las últimas décadas atestiguamos miles de catástrofes naturales con consecuencias socioeconómicas y ambientales devastadoras. La naturaleza se encarga de ajustar nuestros excesos. En 1820 los gobernantes argentinos contrajeron el primer empréstito en oro y le otorgaron a los negociantes ingleses la concesión de “El banco de Buenos Aires”. Es decir, el derecho a imprimir billetes, el monopolio del crédito y la potestad de fijar su valor en relación al oro. El oro, qué tema que nos sigue desangrando. Venas que indudablemente siguen abiertas. Llegará el día en que cerremos estas heridas y las cicatrices de la historia tallarán la espina dorsal del nuevo hombre, de espíritu libre, justo e incorruptible. Retomo: fijar el valor de la moneda en relación al oro… Libra esterlina, Euro, Dólar. No importa el país emisor. Ninguna moneda fiduciaria cuenta con un verdadero respaldo. Su respaldo se sostiene en la confianza sobre su aceptación como medio de intercambio. De nuevo: los bancos crean dinero mediante el mecanismo de la deuda y éste cambia de manos mediante operaciones de producción, comercio y consumo.

Parte VI

El siglo XX ha estado plagado de guerras y revueltas violentas cuyo origen casi siempre tiene que ver con la avaricia y la malicia de los tiranos, que se trasladan a la opresión de los humildes y los desposeídos. La historia no ha cambiado demasiado en el siglo XXI. La opresión económica se acentuó considerablemente durante el período de globalización financiera de los últimos 50 años. En 1971 se produjo la ruptura del patrón oro. Época de Nixon y la guerra de Vietnam. Desde ese momento se evidencia una profundización de la explotación por parte de las potencias económicas a través del mecanismo de la deuda, seguido por una explosión de sucursales financieras y empresas fantasmas en paraísos fiscales. El propósito de las elites económicas siempre ha sido el mismo, sólo cambian los instrumentos y los disfraces. Quizás el más importante sea abastecerse de recursos naturales (y de sus subproductos) al menor precio posible. Otro mecanismo económico bastante usual que contribuye con este propósito (y que en muchas ocasiones se produce después de un ciclo de endeudamiento alto) es la depreciación de la moneda de los países del llamado tercer mundo.3 La depreciación genera una transferencia de riqueza desde los habitantes del país cuya moneda se deprecia hacia el resto del mundo. Y dentro del país: desde los sectores no transables (mayormente servicios) hacia los sectores transables (agro, industria) y hacia quienes tienen sus patrimonios (riqueza cuasi-permanente) y ahorros denominados en moneda extranjera.

Parte VII

Los países que emiten monedas de reserva e intercambio internacional se encuentran en una posición de privilegio en cuanto al manejo de la deuda externa. Las divisas de los países del primer mundo también se imprimen a mansalva cuando hay crisis económicas generalizadas de amplio alcance (por ejemplo, la crisis financiera internacional en 2008-2010 y más recientemente la pandemia del COVID-19). Buena parte del dinero impreso se destina a “capitalizar” al sistema financiero y retomar los ciclos de deuda-extracción-producción-consumo; es decir, a resolver buena parte del conflicto distributivo exacerbado por la propia crisis.4 La música vuelve a sonar y “la fiesta” continúa. Entonces: los bancos multiplican el dinero con el artilugio de la deuda y alimentan la próxima crisis. Muchos banqueros, y gobernantes que trabajan al servicio de ellos, o viceversa, merecen el repudio de los pueblos, son gestores de la explotación-opresión. También es cierto que existen muchos ciudadanos y estudiosos que los apoyan, algunos convencidos-comprados, otros engañados, otros conscientes de la injusticia. El sistema actual ha sido moldeado a gusto y al servicio de los poderosos. La educación estará al servicio del status-quo en tanto no promueva el pensamiento crítico y la conciencia sobre la ética del dinero. Lejos está el dinero de lograr sus cometidos deseables, a saber: medio de cambio, unidad de medida y reserva de valor, que deberá necesariamente cumplir antes de pasar al estadío que conduzca a su desaparición. Hoy por hoy, parece imposible. Las distorsiones siguen siendo demasiado obscenas. Y el dinero es instrumental a la opresión de los más desafortunados. No hemos superado la etapa primitiva.

Parte VIII

Tenemos una enorme deuda pendiente con los desterrados y con la naturaleza profanada. Para alimentar nuestra esperanza la humanidad deberá utilizar la energía que el sistema solar y la tierra le proveen naturalmente para promover una vida saludable, el cuidado del medio ambiente desde la temprana edad, la creación de entornos saludables y suficientes, el fomento de las artes y las ciencias, la búsqueda y la transmisión del conocimiento, el trabajo en función de las necesidades de la comunidad, el goce del tiempo libre en la naturaleza. En fin, la siembra de las semillas de la libertad. La discusión sobre la ética del dinero deberá ocupar un lugar primordial. Las personas deberán perder su fascinación por los brillos. Quienes menos dependan del dinero deberán ser los más admirados: Zaratustras de Nietzsche. Nuestros guías rebozarán de humildad, austeridad, alegría, humanidad. Quizás ni siquiera necesitemos del dinero, pues la confianza en la comunidad como un todo, mediada por el buen uso de los recursos naturales y de la tecnología permitirá resolver nuestros problemas de organización, coordinación, producción y distribución.

La bondad superará al egoísmo. La paz borrará fronteras. El mal quedará atrapado en la tinta de los libros de la vieja historia. Nuestra fe moverá montañas.

Referencias
[1] Eleonora Broccardo, Oliver Hart, y Luigi Zingales (2022). “Exit vs. Voice,” Journal of Political Economy.
[2] Friedrich Nietzsche (1885). “Así habló Zaratustra”.

Footnotes

  1. En un trabajo reciente, Broccardo, Zingales y Hart (2022) estudian la relación entre la voz de los accionistas de una empresa, su decisión de continuar financiado sus operaciones y las decisiones de dicha empresa, casi siempre orientadas a maximizar beneficios/minimizar costos privados sin tener en cuenta los costos sociales de sus acciones. Si los inversores fuesen socialmente responsables, su poder de votación directa lograría el óptimo social. En el mundo de hoy, esto es casi una utopía. [1].

  2. De hecho, desde hace varios años en EE.UU. los bancos no están obligados a mantener reservas: por lo que pueden prestar el 100% de los depósitos que reciben, creando dinero de forma prácticamente ilimitada. Esta política se conoce como “Quantitative Easing”. [2].

  3. Esto puede ocurrir a través de un incremento del tipo de cambio o mediante un aumento sostenido y generalizado del nivel general de precios de la economía (i.e. inflación) que fomenta una depreciación futura del tipo de cambio. [3].

  4. Desarrollo estos argumentos con mayor profundidad en mi escrito anterior: “Globalización, Desigualdad y Supervivencia” (2020). [4].